AL WEILL, ROBINSON Y LA ATRACCIÓN DE TAQUILLA EN 1949

Por Andrés Pascual

Eladio Secades llamó alguna vez a Al Weill “aventurero del deporte de los puños”, fue el 8 de julio de 1949 en un comentario sobre la capacidad personal de los pugilistas y el concepto “atracción de taquilla”.

Según Secades, cuando Weill tomó posesión del puesto de “matchmaker” del Garden, le declaró a la crónica: “y estamos ante una inmensa tragedia, la escasez de ídolos…”, según el concertador de peleas de la entonces Catedral del Boxeo, “nueve, solo nueve peleadores en todo el mundo llenan a reventar la plaza y provocan conmoción popular”.

Entonces soltó la bomba, a mi juicio ilógica de que, entre los diez más taquilleros de aquel año, el Profesor Robinson (foto con Gavilán, firman pelea titular en 1949), estaba en 7mo lugar, sin dudas de que un puesto en el escalafón manejado peor, contaminado peor de lo que hacen el CMB, la OMB o la AMB con sus rankings.

¿Cómo se entendería ese punto de vista sobre la ubicación de Sugar Ray Robinson en el 7mo entre los diez más atractivos? En que el fenómeno sepia, quien más rendía sobre el ring, el único dechado de cloriflorismo completo, lo suponían como el que menos dividendos dejaba para los implicados (inversionistas), en el show boxístico.

Entre los peleadores más taquilleros que superaban a Robinson en los números con el signo de $ al frente, según Weill, el cubano Kid Gavilán, que había perdido una contra el campeón welter en 1947 y ese año se encaminaba a la segunda por la faja a diez rounds que también perdió. El francés, trágicamente desaparecido en accidente de avión, gran amor de Edith Piaff que alguna vez tuvo sobre su testa la corona de los medianos, Marcel Cerdán…

Alguien que le llamó la atención a Secades fue Enrique Bolaños, miembro excelso de la era romántica del pugilismo de ascendencia mexicana entre 1935-1955, que, por su valentía y buen boxeo, llenaba el foro sin mucha fanfarria promocional, como hacían Azteca, Chango o Arizmendi entre otros grandes baluartes del pugilato del otro lado del Río Grande.

Sin embargo, en muchísimas ocasiones he leído que la primera y segunda atracciones de taquilla del Garden fueron Beau Jack, el fajador incansable nunca igualado, que cayó contra Sixto Escobar, se fracturó el menisco con ruptura de la piel por un hueso y se paró, mientras empujaba sobre un solo pie al referí para continuar peleando…eso era valor, eso se pagaba y eso demostró que, para la televisión y el público presente de cualquier época, el boxeador que no tira mucho, que se expone poco y quiere ganar sin sudar, puede ser lo que quieran, puede ser maestro de gimnasio, pero nunca le gustará al público americano del boxeo, y grandes bolsas y grandes peleas están indisolublemente unidas con esta actitud.

La primera atracción de taquilla del boxeo mundial desde 1935, a pesar de su primera derrota ante Max Schmelling, fue Joe Louis, todavía la división completa dominaba en atractivo a todas las demás, y contra un especimen como el Bombardero de Detroit, que cargaba dinamita en los puños y combinaba con belleza y velocidad milimétricas, nadie podía competir por el fanático.

Observe: en 1949 Robinson era inmensamente rico, ¿Cómo fue posible que hubiera amasado su fortuna, sin acaparar el primero o segundo lugar de mayor popularidad, que es lo mismo que desarrollarse como una atracción de taquilla sin igual, digamos que solo superado por Louis y la división completa?

Ahora lea las razones de los eruditos sobre por qué Robinson hizo aquel dineral sin ser avalado como el número uno o dos en la conjugación de factores taquilla-público-televisión: “porque peleaba en cantidad inusualmente grande para la época: porque prácticamente no tenía manager y porque le exigía a las empresas como campeón del mundo (conceptos radio-televisión-entrada bruta), lo que ni Joe Louis podía…”.

Pero sepa que el Azúcar de Harlem fue tan gran boxeador como buen negociante, que supo salirse de un contrato leonino con su primer manager, que lo ataba casi por siempre jamás a un explotador que lo manejó en sus inicios como el puppermaster a un títere por la misma temeridad innata que lo hizo entrar al clinch con ganchos desde afuera, entonces un día le preguntó al abusador que cuánto costaba su contrato y el tipo le respondió que 10,000 dólares, el pugilista excelso no los tenía, pero Mike Jacobs sí y el matchmaker inmortal le prestó la cantidad, cuando Robinson le entregó el cheque al individuo, desbarató en pedacitos el acuerdo que asfixiaba al peleador en su propia cara. Después se sabe de sus altibajas por los problemas con Rentas Internas…

El esplendor de Robinson, la grandeza sin igual que lo inmortalizó como el único y verdadero “Más Grande” en Fistiana, fue su tránsito por las divisiones ligera y welter, cuando dejó el boxeo por el baile y la farándula (retiro sospechoso, porque le cedió el cartel publicitario al incipiente peso completo Rocky Marciano, que desarrolló su gran carrera durante los años de “descanso” de la maravilla sepia)

Cuando Sugar Ray Robinson volvió al ring, el Zapatero de Brockton anunció que dejaba el deporte activo, lo que hace más sospechoso aquel retiro y obliga a pensar que una conexión Marciano-Robinson-Poder Oculto del boxeo y dinero funcionaron para ejecutar con éxito ambas partes

El retorno y la carrera del prodigio se produjo en la división mediana, con el asalto sin mérito a la lightheavy que se conoce contra Joe Maxim, incluso el intento por enfrentar a Archie Moore en las 179 libras, que se frustró porque ya no tenían ninguno de los dos la clase como para hacer una megapelea, porque aquel público era mucho mejor que el de hoy, que le roban PPV con un par de ancianos que de boxeo no les quedan bien ni las zapatillas.

Después de conocer lo anterior sobre Robinson y más, su capacidad superlativa como peleador fuera de grupo, la obligación de cumplir con sus exigencias para presentarlo, fuera del alcamce de cualquier otro peleador hasta hoy ¿Puede creer alguien que, en su mejor forma deportiva, en la división que lo acomodó y proyectó como la única maravilla pugilística jamás nacido, este hombre ocuparía sin tono malicioso el 7mo de un escalafón injusto, arbitrario y casi estúpido? Perdón, a mi no…a mi con esa NO.

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